Infantiles
Las chapas
Las chapas, esos discos dentados de metal que sirven para tapar las botella de refrescos, eran a mediaos del siglo pasado uno de los mas importantes juguetes para los niños e aquella época.
Con esas cápsulas de metal se pasaban ratos verdaderamente divertido. Era frecuente ver cuadrillas de chicos rondando los bares en busca de la chapa que faltaba para la colección o bien buscando entre los lugares en los que los establecimientos de hostelería depositaban sus barreduras.
La culpa de esta fiebre la tenía la marca de refrescos KAS, casi monopolizadora de los refrescos en aquella época por el norte de España, que haciendo coincidir su patrocinio de un equipo profesional de ciclismo, lanzaba unas campañas promocionales en sus refrescos colocando debajo de las chapas, también llamadas somateles las imágenes de los ciclistas más importantes del momento.
El arte de las chapas consistía, además de completar la colección de ciclistas, en la habilidad de cada uno en adaptar los somateles para la tarea que les teníamos designada: el remedo de carrera ciclista que jugábamos en circuitos marcados con yeso en las aceras o en las escasas calles asfaltadas de la época.
Para obtener una buena “adherencia” al circuito, primeramente se retiraba el cromo con la efigie del deportista,.. y se rellenaba la base de la chapa con alguna materia que le diera peso, casi siempre barro arcilloso o el pringoso galipó o alquitrán, fácil de obtener en las carreteras y menos frágil que el barro. Una vez secado este aporte, se colocaba la foto del ciclista, y encima se le ponía un cristal, recortado a la medida de la chapa, y se apretaban los bordes dentados para que quedar fijo el cristal. Y ya teníamos una buena “bicicleta” para jugar a las carreras ciclistas.
Consistían estas carreras básicamente en realizar, con el menor número de tiradas, un recorrido de las chapas por un circuito trazado mediante dos líneas paralelas, con sus curvas, sus cuestas y demás obstáculos, impulsando los somateles con los dedos, normalmente sujetando la punta del dedo corazón con el pulgar para luego soltar el dedo corazón y que impacte con la chapa.
El juego daba comienzo, ¡cómo no! echando a suertes quién salía, para lo cual cada jugador lanzaba una chapa con la técnica antes mencionada y quien más lejos llegaba comenzaba la carrera, y a continuación el resto de participantes en el orden en que hubieran quedado. Este orden se mantenía durante tod la partida, que finalizaba cuando llegaba un corredor a la meta.
Otro juego con chapas era el del fútbol, en cuyo caso se utilizaban somateles decoros con imágenes de futbolistas extraídas de alguna de las colecciones que se editaban por aquella época.
Se dibujaba a escala reducida un terreno de juego similar al de un campo de fútbol, y el juego consistía en introducir el balón, normalmente un garbanzo, en la portería del equipo rival.
También se jugaba al triangulo, un juego similar al circulo de las canicas, que consistía en colocar chapas dentro de un triángulo dibujado en el suelo, y desde el exterior lanzar una chapa con los dedos, deslizándose por el suelo, con el fin de sacar el mayor número de chapas del triángulo, que pasaban a ser de nuestra propiedad.
En el caso de que nuestra chapa se quedara dentro del triángulo, la perderíamos y dejaríamos el turno de tirar a otro jugador
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