Infantiles
El escondite
Los días más calidos de primavera eran propicios para jugar al escondite, a las horas del anochecer, cuando la luz crepuscular facilitaba confundirse con los rincones de las calles de los pueblos.
El escondite o escondeverite, es la madre o la raíz de otros mucho juegos que veremos en el capítulo dedicado al verano como la malla, la tiente o el bote.
El juego comienza echando a suertes a ver quién se la quedaba, o quién se ponía, para lo cual, uno de los jefes de la pandilla utilizaba una canción frecuentemente ésta:
Esconde berite, beritón
Cien gallinas y un capón.
El capón estaba muerto,
Las gallinas en el huerto.
Tú por tú, que salgas tú.
Así se iban librando uno por uno, hasta que sólo quedaba uno que era quien se ponía, y comenzaba el juego contando hasta cincuenta, mientras los demás se escondían. Lo normal era que llevara la cuenta en voz alta, diciendo al finalizar…..¡Allá voy, el que no se haya escondido, tiempo ha tenido! A partir de este momento el que se la había quedado buscaba a los demás; si descubría a alguno corría al lugar en el que había contado y decía “Una, dos y tres por fulano (nombre del localizado) que está en………”.
Si, por el contrario, alguno conseguía burlarle, se acercaba a dicho sitio y decía “Una, dos y tres por mí”, con lo cual quedaba libre. También quedaba libre el jugador, que aun habiendo sido descubierto llegaba al lugar de la cuenta antes que el que la ponía y tocaba la pared en el lugar en que se contó, diciendo ¡Por mí!.
Acababa el juego cuando el que la ponía había descubierto a todos los jugadores, quedándose a ponerla que primero en ser descubierto.
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