Infantiles
Saltar a la comba
Se juega con una cuerda, llamada comba, y el juego se pude practicar de forma individual o en grupo.
Era normal ver grupos, sobre todo de niñas, saltando cada una con su “saltador” al ritmo de una canción. Ahora bien, en cuanto el grupo se hacía más numeroso, entonces se aparcaban los saltadores y se organizaba el juego a través de una única cuerda, con la que saltaban todas las participantes alternando las formas de juego.
Los juegos de comba están inevitablemente ligados a las canciones, pues en función de la modalidad de salto utilizaremos unas u otras. Por ejemplo, cuando se saltaba en solitario una de las canciones más populares era…
Al pasar la barca
me dijo el barquero
las niñas bonitas
no pagan dinero.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser
tome usted los cuartos
y a pasarlo bien.
Al volver la barca
me volvió a decir
las niñas bonitas
no pagan aquí.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser
las niñas bonitas
se echan a perder
Como soy tan fea
yo le pagaré
¡Arriba la barca
de Santa Isabel!
Si lo queríamos era medir la resistencia o el aguante, contando el número de saltos seguidos que podíamos llegar a dar, entones usábamos ésta:
Papá, mamá
De cuántos añitos
Me voy a casar
De uno, de dos, de tres
De cuatro, de cinco, de seis….
Y así hasta que se producía el fallo y se comenzaba otra nueva serie.
Cuando se saltaba en grupo, dos jugadores que se la habían quedado eran los encargados de dar a la comba mientras los demás saltaban por turno. Si alguno de los jugadores que saltaba pisaba la cuerda o se enredaba con ella, pasaba a dar la comba librando a uno de los que estaban dando.
Existían varios tipos de juego de comba en grupo, y en todos ellos se iban cantando canciones acompañando el balanceo de la comba y los saltos de los jugadores.
Se utilizaban diferentes canciones, siendo las más conocidas las siguientes:
El cocherito, utilizada para saltar a la comba elevada, en la que el jugador debía saltar evitando que la comba le rozara la cabeza aguantando el máximo tiempo posible. Era de una candencia lenta, lo que facilitaba el salto.
El cocherito, leré
Me dijo anoche, leré,
Que si quería, leré
Montar en coche, leré.
Y yo le dije, leré
Con gran salero, leré,
No quiero coche, leré
Que me mareo, leré.
El nombre de María
Que cinco letras tiene:
La M, la A, la R, la I, la A.
MA-RÍ-A.
Tengo, tengo, con un ritmo más vivo, lo que hacía más difícil el juego:
Tengo, tengo, tengo.
Tú no tienes nada.
Tengo tres ovejas
En una cabaña.
Una me da leche,
Otra me da lana,
Y otra me mantiene
Toda la semana.
Caballito blanco
Llévame de aquí.
Llévame hasta el pueblo
Donde yo nací.
Cú cú, cantaba la rana, utilizada indistintamente para saltar a la combo y para canciones de corro.
Cú cú, cú cú,
cú cú, cú cú.
Cú cú cantaba la rana.
Cú cú debajo del agua.
Cú cú paso un caballero.
Cú cú con capa y sombrero.
Cú cú paso una señora.
Cú cú con traje de cola.
Cú cú paso un marinero.
Cú cú vendiendo romero.
Cú cú le pidio un ramito.
Cú cú no le quiso dar.
Cú cú y se echo a llorar.
Otra posibilidad de saltar era por parejas, en la que la propietaria del saltador invitaba a saltar a otra jugadora cantando…
Invito a » Fulanita …» (El nombre la niña a quien invitara)
¿A qué?
¡A un pastel.!
¿A qué hora?
¡A las tres.!
Que una, que dos y que tres.
Al decir esta última palabra entra la invitada y se ponen las dos a saltar frente a frente. En el momento en que una de las dos jugadoras comete algún error, abandona el juego y la que ha quedado comienza de nuevo a saltar invitando a otra nueva jugadora.
Y otra canción más que se solía cantar al dar a la comba:
Al pasar por el puente
De Santa Clara,
¡Ay! ¡ay!,
De Santa Clara,
De Santa Clara.
Se me cayó el anillo
Dentro del agua,
¡Ay! ¡ay!,
Dentro del agua,
Dentro del agua.
Por sacar un tesoro,
¡Ay! ¡ay!,
Saqué un tesoro,
Saqué un tesoro:
Una Virgen de plata
Y un Cristo de oro,
¡Ay! ¡ay!,
Y un Cristo de oro,
Y un Cristo de oro.
Para finalizar este capítulo dedicado a la comba, recordar los primorosos saltadores que se veían en aquella época, fabricados artesanalmente y decorados de vivos colores, y en algunos casos adornados con cascabeles que servían de acompañamiento musical a las canciones que se cantaban.
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