Infantiles
El cortahilos
Este juego de persecución era tanto más divertido cuantos más chavales participaban en él. Se echaba a suertes a ver quién «se la quedaba», y una vez designado quién era, comenzaba el juego de persecución.
Se forma un corro de unos cinco metros de radio, y el que se la había quedado se situaba en el centro, colocándose los demás a su alrededor. La madre debía decir un nombre, que era a quien debía perseguir y alcanzar, con el fin de que se la quedara.
Comenzaba la persecución, y a partir de este momento se entendía que entre el perseguido y el perseguidor había un hilo imaginario.
Si alguno de los demás participantes se cruzaba y cortaba ese hilo, el perseguidor debía cambiar de víctima y seguir a quien había cortado el imaginario hilo. Este cruce se podía hacer de manera voluntaria, bien para ayudar a un amigo perseguido, o simplemente para medir las fuerzas con quien se la había quedado.
A veces el cruce no se hacía de manera voluntaria, sino que el perseguido, en una jugada de habilidad realizaba una maniobre que te dejaba en medio, obligándote a correr si no querías quedártela e intentado hacer lo mismo con algún otro jugador que no anduviera los suficientemente listo para evitarlo.
El que resultaba pillado se la quedaba y volvía a comenzar el juego.
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