Infantiles
A por nidos
Las actividades en la naturaleza ocupaban un lugar importante en el tiempo que dedicábamos el juego.
Una de ellas, quizá la más importante, era la de “ir a por nidos”, y era precisamente en primavera, época en que las aves comenzaban la nidificación, cuando daba comienzo esta actividad que se prolongaba hasta casi entrado el verano.
Normalmente la búsqueda del nido o nidos y el seguimiento de las polladas se hacía en solitario, o como mucho en compañía de un amigo de extrema confianza, ya que una parte importante de esta actividad radicaba en el secretismo de la ubicación de los nidos.
Para localizar los nidos había que ser un buen conocedor de la naturaleza, de las aves y de sus cantos, y observar el comportamiento de los pájaros adultos, ya que su vuelo, la dirección de su canto y el conocimiento de su hábitat nos podían ayudar a descubrir dónde se estaba construyendo el nido.
Porque lo más bonito era seguir el proceso desde el principio, desde la construcción, aunque también tenía mérito localizar los nidos cuando ya tenían huevos, o incluso pollitos.
Una vez localizado el nido, se efectuaba un control casi diario del mismo, evitando ser visto por los pájaros adultos, y sobre todo, no tocando nunca el nido ni los huevos para que la madre no los aborreciera, y no cogiendo ningún pollito que no hubiera emplumado completamente.
Cuando llegaba la hora de que las crías comenzaran a volar del nido, era cuando debíamos decidir si nos llevábamos algún pollito a casa, para tenerlo en una jaula en caso de especies canoras o decorativas, o bien dejar que la naturaleza siguiera su curso y los pájaros volaran del nido para iniciar una nueva vida como adultos.
El juego, o la aventura, como se lo quiera llamar, finalizaba cuando el nido había quedado vacío y ya podíamos decir a los amigos la situación de los nidos que habíamos estado controlando durante la cría, a la vez que ellos nos enseñaban los suyos.
Comments are closed