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Entrevista a D. Julio Ontañón Gete, entusiasta de los juegos tradicionales en Villanueva de Gumiel.
Villanueva de Gumiel, diciembre de 2007.
Iniciamos esta nueva sección de entrevistas, con la realizada a D. JULIO ONTAÑÓN GETE, vecino de Villanueva de Gumiel, entusiasta de las tradiciones, y memoria del pasado y de la historia de su pueblo, no sólo por sus vivos y precisos recuerdos, sino también por la importante labor de recolección llevada a cabo durante muchos años, que le ha llevado a poseer un importante fondo etnográfico, capaz por sí solo de llenar un más que completo museo.
Julio es una de estas personas que lejos de aburrirse después de haber terminado su vida laboral ha sabido ocupar su tiempo y dedicarlo a cosas que realmente le entretienen y le hacen recordar el recorrido de su vida a través de aquellos objetos, herramientas y utensilios de todo tipo que con el paso del tiempo han desaparecido por la invención y utilización de otros más modernos, pero que no borran de la memoria etapas o profesiones de tiempos pasados.
Después de pasar por profesiones tan dispares como agricultor, tractorista, dependiente, constructor, serrador, cartero,… de cargos en el ayuntamiento, cooperativas, asociaciones y de colaborar en cientos de tareas por mejorar su pueblo, así como en todo tipo de eventos realizados en la localidad: concursos, disfraces y un sinfín de actos, aún le ha quedado tiempo para leer, escribir y por supuesto para mantener su pequeño museo en un estado perfecto para quienes lo visitan.
Con un montón de años a sus espaldas, pero con la misma ilusión de siempre, arropado por sus hijos, sus nietos y por supuesto su mujer, la vida cobra otro sentido cuando el tiempo transcurre con esa alegría que da lo cotidiano a pesar de ese largo camino recorrido. Por todo lo dicho he aprovechado para hacer una entrevista a Julio para la Asociación Deportiva “La Tanguilla”, asociación que lucha también por mantener juegos y deportes de hoy y de siempre.
LT. ¿Desde cuando le viene la afición de coleccionar antigüedades y diversos tipos de objetos?
J.O. En el año mil novecientos setenta y dos, un domingo del mes de mayo, me di un paseo por el monte como habitualmente hacía, la curiosidad en esta ocasión, me hizo acercar a unos hundidos y viejos corrales, entre las zarzas, la maleza en general y un enorme montón de piedras, me chocó una caliza cilíndrica, averigüe su forma, me gustó y seguidamente la recogí, después la arreglé con la bujarda y puse encima un gamellón también de piedra que teníamos por el corral de la casa dando vueltas y desde entonces sigue en el mismo lugar. Al cabo de algún tiempo y paseando por otra zona del pinar, encontré otra aún más curiosa que tenía forma de cabeza de águila, curiosamente estas dos piedras me abrirían un camino para empezar a coleccionar objetos, desde entonces he conseguido coleccionar más de dos mil piezas, piezas que más que valor económico tienen valor sentimental.
LT. ¿Qué recuerdos le trae la colección de este tipo de objetos?
J.O. La mayoría de estos objetos me traen recuerdos de la diferentes etapas de mi vida, por ejemplo: los juegos, de mi niñez; algunas enciclopedias, libros y objetos escolares, de mi época escolar; otras cosas de cuando era un poco mayor, pero sobre todo tengo utensilios de los oficios que he desarrollado a lo largo de mi vida, así como de otros trabajos que se desarrollaban en la localidad: agricultura, ganadería, resina,…
LT. ¿Cuánto tiempo lleva, digamos más en serio, dedicado a esta afición?
J.O. Como le digo, en este momento, llevo más de treinta años, aunque en los últimos veinte he invertido mucho más tiempo coleccionando cosas, por muy poco valor que tengan, compaginándolo con mis otras aficiones como son escribir, sobre todo poesía y cosas curiosas de mi vida y de mi pueblo, cuidar la huerta y echar la partida con los amigos entre otras, todo esto me hace un poco más feliz ya que a mi edad es muy importante hacer actividades que durante la vida laboral era casi imposible.
LT. ¿ Qué juegos tiene en su colección particular?
J.O. Los juegos que yo he coleccionado, como llaman ahora autóctonos, son la calva, la tuta, los bolos, las tabas, el cuadro, la binabana, los estrúqueles, el parchís y lo que más se juega, la baraja; juegos de niños y mayores de toda la vida, aparte de estos también tengo diferentes tipos de muñecos, coches antiguos, carros y otros juguetes que ya tienen sus años y por supuesto, su uso.
LT. ¿Cuáles son los juegos que mayores recuerdos le traen de su infancia y juventud?
G.O. Cuando era niño e iba a la escuela jugábamos al tresques, al marro, al escondelite y a otros que ya no recuerdo, una vez pasada la época escolar: la tuta, los bolos y la calva era lo que más practicábamos, aunque no los únicos; los bolillos de Villanueva también significaba pasar un buen rato con los amigos o con otros mozos del pueblo.
LT. Explique en qué consiste alguno de los juegos que tiene en su museo.
J.O. Todavía recuerdo algo de cómo se practicaban estos juegos que tantos años nos han servido de entretenimiento, aunque ya la memoria va fallando un poco. Aquel trozo de madera de pino curva y aquella piedra cilíndrica de quince centímetros de larga, piedra caliza que se lanzaba para tumbar la calva. La tuta, ese trocito de madera de encina, de un palmo de alto con sus monedas encima, había que derribarla con los tangos a una largura aproximada de catorce pasos, tirar las monedas dando a la tuta suponía que si quedaban cerca del tango te las llevabas, si estas quedaban más cerca de la tuta para ella; si la tuta quedaba encima del tango era madre y había que volver a darla. Una de las cosas más bonitas que se hacían eran las apuestas. Los bolos eran uno de los juegos más divertidos con reglas muy fáciles, así que podía jugar cualquiera.
Había otros juegos que en el siglo pasado se jugaban a escondidas, eran las chapas y, la siete y media, estos juegos estaban prohibidos, en ellos se jugaba mucho dinero.
LT. También tiene juguetes, enumere alguno de los que hay en su museo.
J.O. Aparte de los que he hecho ya referencia anteriormente, algunos de los que hay expuestos son de formas peculiares, raros o curiosos como la plaza de toros construida por mí, muñecas, muñecos, brujas, trompas, canicas de barro, chapas, pelotas y bastantes más que ya forman parte de la historia. Una cosa curiosa que quiero decir es que en aquellos años muchos de estos juguetes se hacían en casa, esto que ahora se llama reciclar, antes ya existía y otros como los chiflos se hacían con ramas verdes de fresno o de chopo.
LT. ¿Cuando era niño qué juegos practicaba en Villanueva?
J.O. Pues todos los que he nombrado, porque yo mi infancia y mi juventud tuve la suerte de pasarla aquí y no sé si en otros lugares se practicarían estos u otros juegos; hombre, yo supongo que sí, porque la mayoría de juegos aunque no coincida el nombre, a veces los materiales son los mismos y las reglas parecidas.
LT. ¿En qué lugares se practicaban los diferentes juegos?
J.O. Algunos de ellos se jugaban en las eras, en los caminos al lado de las bodegas, al lado del frontón; los niños al lado de las escuelas, a la trompa o peonza en cualquier sitio, lo importante era sacar de un círculo aquellas monedas de cobre con una buena tirada. A diferencia de ahora que los niños tienen sus parques con distintos juegos, su polideportivo u otras instalaciones, antes no era necesario ir a un lugar concreto, aunque sí es verdad que había sitios determinados donde nos juntábamos los chicos o los grandes para jugar y pasar un buen rato, ya que la televisión aún no había aparecido por aquí y estaba claro lo que había que hacer después de la escuela o ayudar a nuestros padres o a divertirse un rato.
LT. Los bolillos de Villanueva son una modalidad diferente de bolos, ¿en qué consisten?
J.O. Es un juego muy divertido y muy sencillo, consiste en lanzar tres manillas sobre seis bolillos y dejar uno de pie, lanzando desde una distancia determinada, yo no sé la antigüedad que pueden tener pero yo les he conocido toda la vida.
Como anécdota de los bolillos quiero señalar que en 2003 les llevé a Benidorm de vacaciones ya que íbamos con otros dos matrimonios amigos de Villanueva, todos los días los bajábamos a la playa para jugar, se empezaba a arremolinar la gente y a preguntar de donde éramos y como se llamaba este juego, fueron un auténtico éxito los famosos bolos de mi pueblo.
Muchas gracias por su tiempo y que Dios le dé salud para continuar con esta bonita afición.
Autor: Gumersino Ontañón Ontañón
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