Infantiles
La Peonza
La peonza, trompo, trompón o trompico, que todos esos nombres recibe en función de u forma y de su tamaño, es un juguete de madera torneada, de forma cónica más o menos estilizada, que termina en una punta metálica, llamada rejón y suele estar coronado por un pico, llamado corona, coronilla, pirulí o cocorota.
Alrededor de la peonza se enrolla una cuerda, llamada zumbel, para lanzarlo y hacerlo bailar. Esta cuerda, el zumbel, solía tener en uno de sus extremos un tope, normalmente una moneda de dos reales, o si no daba para la monea se hacía una lazada o se ataba un palo con el fin de garantizar la sujeción de la cuerda en el momento de lanzar la peonza.
Antiguamente la peonzas eran fabricadas por los propios niños, con madera de haya o encina, trabajadas a mano, usando como rejón un clavo o un hierro afilado, que se solía sujetar a la madera con la ayuda de un poco de boñiga de caballo. Normalmente, los buenos aficionados a la peonza solían tener diferentes rejones para la misma peonza, en función del juego en el que fueran a participar: un rejón afilado para “ir a romper” uno grande y pulido para jugar a sacar o uno suave para que bailara más tiempo y poder coger con la mano
Casi siempre se pintaban de llamativos colores, buscando combinaciones que crearan un imaginativo carrusel de color mientras veíamos bailar a nuestras peonzas.
Las formas de jugar eran muy diversas, y no siempre se trataba de una competición, ya que en numerosas ocasiones el único aliciente del juego era arrojar la peonza mediante la cuerda y hacerla bailar el mayo tiempo posible, o ejercitarse en coger la peonza mientras giraba y hacerla bailar en la mano.
Cuando se jugaba en grupo había numerosas variantes, como por ejemplo trazar un espacio en el suelo y depositar cada jugador uno o varios objetos: monedas, chapas o cartones de las cajas de cerillas, y una vez echado a suertes el orden de tirada, los jugadores trataban de sacar los objetos del terreno marcado, bien lanzando directamente la peonza con la cuerda, o bien haciéndola bailar y cogiéndola con la mano intentar desplazar los objetos al exterior del cuadro. Los objetos que sacaba el jugador pasaban a ser de su propiedad, y el juego duraba mientras quedara alguno en el terreno e juego.
Otra variante era la de “ir a romper”, que consistía en arrojar con la máxima fuerza y puntería posibles la peonza sobre la de otros intentando romperlas, en cuyo caso el rejón pasaba a ser propiedad del que había conseguido romper la peonza.
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