Infantiles
Las Canicas
Para jugar a las canicas sólo se requería una buena y variada provisión de canicas, una excelente puntería y una superficie de tierra seca.
En cuanto a lo primero, raro era el chaval que no contaba con una bolsa repleta de todo tipo de canicas: artesanas y bastas canicas de barro, finos caliches de piedra, primorosas y coloridas bolas de cristal de las de ojo de pez, y por supuesto algún que otro bolón de cristal, piedra o acero.
Y es que las canicas, además de ser un juguete, tenían también el valor de moneda, de objeto de cambio. A nadie se le ocurría salir a la calle en el buen tiempo sin llevar una bolsa con sus tesoros: las canicas, los cromos, las chapas…elementos todos ellos que, además de cumplir con su función de juguetes, servían para apostar, condición indispensable para participar en la mayoría de nuestros juegos infantiles.
Lo de la puntería se iba adquiriendo a base de práctica, y en cuanto al terreno en aquellos años nunca faltaba una calle, una solana o cualquier rincón en el que poder hacer los “triángulos” o el “guá” para pasar un buen rato con los amigos.
Con las canicas se podían jugar a tantos juegos como nos permitiera la imaginación, no había ningún límite, podíamos jugar a perseguirnos, a puntería, a ver quién llegaba más lejos, a las guerras…, pero los juegos más universales, que describiremos a continuación eran el círculo y el guá.
Comments are closed